Avui m’he trobat amb un fotorrelat a ElPaís anomenat 100 anys de la invenció del sostenidor de Mónica Parga i no m’he pugut estar de fer una entrada. Bueno, més que de fer-la, de copiar aquí el seu contingut ja que m’ha semblat fantàstic per entendre els origens, l’evolució i els condicionants. Una peça amb moltes cares i tant normal al nostre temps. Llegiu, llegiu:
Los antecesores
El antecesor más reciente del sujetador es el corsé, prenda que se generalizó a partir del siglo XVI entre la aristocracia y que perduraría durante casi cuatro siglos más. No obstante, ya en el Imperio Romano las mujeres lucían unas bandas alrededor del pecho para evitar su envejecimiento, marcando así la primera huella del sostén.
El primer sujetador lleva la fecha de 1866, una versión hecha de cable y seda. En 1869, Herminie Cadolle crea un corset divido en dos partes: una para sujetar el pecho y otra para marcar la cintura. La parte superior sería conocida como el corselet gorge, el último paso antes del soutien-gorge, la palabra francesa para sostén. Unos años después, en 1893, Marie Tucek lanza el primer sujetador con aro en Estados Unidos, pero no se vende casi ninguno.
La patente
El 3 de noviembre de 1914, Mary Phelps-Jacobs patenta el primer diseño de sujetador: Caresse Crosby. Phelps provenía de una familia de inventores, uno de sus antecesores fue Robert Fulton, creador de la máquina de vapor. Fue una mujer pionera que llegó a certificar que su empresa no había contado con el dinero de su marido, sino que había crecido gracias a su propio esfuerzo.
Tenía 19 años cuando ideó este sujetador. Estaba en una fiesta de la alta sociedad y llevaba un corsé muy apretado que sobresalía por su vestido y le hacía encontrarse incómoda. Le pidió a una doncella que la ayudara y juntas confeccionaron un sujetador con dos pañuelos unidos a partir de las cintas rosas del corsé (la tradición decía que debía ser de ese color). Empezó a fabricar modelos para sus amigas. Poco después vendió la patente a The Warner Brothers Corset Company (hoy Warnaco, dueño de Calvin Klein, Speedo y otras marcas). La prenda pronto comenzó a introducirse en los armarios.
La necesidad de mano de obra ante la Primera Guerra Mundial hizo que las mujeres se incorporaran al mundo laboral, y la rigidez de movimientos que provocaba el corsé se hizo incompatible con su nuevo papel. Esto causó la paulatina desaparición de esta prenda. Además el metal que se utilizaba para realizar los corsés se requería por esas fechas para la fabricación de material bélico.
Cuando el objetivo era ocultar
Gracias a Paul Poiret las mujeres pudieron decir adiós definitivamente a los corsés que durante décadas habían marcado la cintura y dificultado la respiración. El diseñador francés impuso una silueta rectilínea y ciertamente andrógina en los años veinte, lo que impulsó la creación de fajas que aplanaban las curvas y disimulaban las formas femeninas. El Symington Side Lacer presentaba unas cintas laterales que se apretaban para aplanar el pecho. Combinado con una faja, se conseguía el efecto de una silueta rectangular idónea para los vestidos flappers de cintura baja.
No todos encontraban favorecedora esta tendencia. Ida y William Rosenthal, en colaboración con Enid Bisset, lanzaron Maiden Form Brassiere, un sistema de copas que acentuaba las formas femeninas. La idea consistía en dos copas separadas por una cinta elástica, algo sencillo pero hasta entonces desconocido.
Fue un éxito inmediato. Sería Maiden Form quien introdujo las tallas de copas, aunque hay debate respecto a quién fue el primero.
En 1930, D.J. Kennedy inventa el primer sujetador con almohadillas inspirado por una atleta sueca que se hizo daño en el pecho al darse con la rodilla cuando corría los 400 metros en las olimpiadas de Noruega de 1928.
El sostén de Hollywood
La falta de materias primas y de mano de obra a raíz de la Segunda Guerra Mundial hizo que muchas mujeres comenzaran a confeccionarse sus propios sujetadores a partir de los patrones que proporcionaban las revistas. Utilizaban el satén de sus trajes de novia, o la seda y el nylon de los paracaídas que habían sobrado.
Acabado el conflicto bélico, la sociedad deseaba volver a soñar con el glamour de Hollywood. En Los Ángeles triunfó Frederick Mellinger con su diseño The Rising Star, considerado el primer sujetador push up. El aviador Howard Hughes quiso que su actriz preferida, y amante, Jane Russell apareciera en la película El Forajido de 1943 luciendo un pecho emergente, y para ello encargó a su ingeniero aeronáutico que diseñara un sujetador que hiciera el busto puntiagudo. Rusell diría que no llegó a utilizar el diseño de Howard, sino que se limitó a rellenar el suyo de pañuelos de papel. Otras estrellas como Marilyn Monroe, Jayne Mansfield y Rita Hayworth contribuyeron al fenómeno, que se extendió a los años cincuenta.
Comenzó a utilizarse el nylon de forma generalizada, aligerando las prendas y haciéndolas más fáciles de lavar.
La liberación
Las protestas de los sesenta erigieron al sujetador como el símbolo de la opresión de la mujer. El movimiento se desató a raíz del concurso de Miss America en 1968, calificado de sexista y al cual se enfrentaron cerca de 400 feministas y otros defensores de los derechos civiles. Objetos como las pestañas postizas, el maquillaje y los sujetadores eran lanzados a las papeleras en señal de protesta. “Fui la primera mujer en quemar mi sujetador. A los bomberos les llevó cuatro días apagar el fuego”, dijo Dolly Parton. En realidad nunca se llegó a prender fuego a nada, pues la policía lo impidió.
La autora feminista Germain Greer expresó en su libro The Female Eunuch (El eunuco femenino): “Los sujetadores son un invento ridículo, pero si haces que ir sin ellos sea una norma, te estás sometiendo a otra represión”. Si anteriormente el deseo había sido marcar el pecho a través de sofisticados artilugios, los sesenta trajeron la reacción opuesta. Yves Saint Laurent propuso una blusa transparente lucida sin nada debajo, y en 1964 Rudi Gernreich diseña el “no sujetador”, una versión de la prenda en una tela elástica muy ligera y transparente. A partir de este momento se populariza el uso de las transparencias en la ropa interior y se generaliza el empleo de la licra.
Los hábitos empiezan a cambiar: las mujeres que seguían llevando sostén para dormir dejan de hacerlo.
Victoria’s Secret
En 1977 se funda Victoria’s Secret. Roy Raymond, un hombre de negocios, había acudido a una tienda de lencería para comprarle algo de ropa interior a su mujer y se sintió incómodo por el ambiente de la boutique. Así decidió abrir Victoria’s Secret, una marca en cuyos establecimientos nadie se sintiera fuera de lugar. Raymond acabó suicidándose tras ver que su negocio era valorado en miles de millones de dólares cuando lo había vendido poco antes por apenas un millón.
En esta década nace el sujetador de deporte, creado por Hinda Miller, Polly Smith y Lisa Lindahl, tres amigas aficionadas al running. Lo hicieron cosiendo dos suspensorios, y su nombre original era Jog-bra. Los setenta vieron el ascenso de los sujetadores sencillos y básicos. Se popularizaron los modelos en color piel, sin costuras, y casi invisibles.
La ambición rubia
Toda moda vuelve. El sujetador cónico estilo torpedo que había triunfado en los años cuarenta en Hollywood fue recuperado por Jean Paul Gaultier, quien tras utilizarlo varias veces en colecciones de los ochenta se lo propuso a Madonna para su Blond Ambition Tour de 1990. El Papa llegó a pedir que sus fieles no asistieran a estos conciertos debido a su provocación máxima.
Jean Paul Gaultier contó cómo surgió la idea: “Cuando era niño, mi abuela me llevó a una exposición en la que exhibían un corsé. Me encantó el color piel, el satén salmón y el encaje. Mi abuela explicó que un corsé estaba hecho para ayudar a estar erguido. Me pareció una solución muy bella. El sujetador cónico dorado fue sólo una extensión de esa idea”. El diseñador recuerda que cuando vio actuar a Madonna por primera vez creyó que era británica, pues le pareció imposible que una americana vistiera de una manera tan atrevida.
El transgresor vestuario de esta gira ya ha pasado a formar parte de la historia de la moda, no solo por el sostén cónico, sino porque la cantante introdujo la visión de la ropa interior como prenda de exterior, algo que a día de hoy continúa siendo tendencia.
Un milagro llamado Wonderbra
Los noventa estuvieron marcados por el auge del Wonderbra, aunque para trazar la historia de esta revolución hay que remontarse a 1935, cuando Israel Pilot utilizó la expresión “Wonder bra” por primera vez. El año 1961 marca la llegada de ese sujetador tal y como lo conocemos hoy. Moe Nadler, fundador de la Canadian Lady Corset Company y dueño de la licencia Wonderbra, encargó a Poirier el diseño de un nuevo modelo que realzara los senos, al que bautizarían como el Wonderbra 1300.
Fue un éxito en Canadá, pero no sería hasta los años noventa cuando alcanzó la fama mundial al entrar en Gran Bretaña y Estados Unidos. La campaña de 1994 protagonizada por Eva Herzigova, bajo el ambiguo título de “Hello Boys”, marcaría un antes y un después. Tiene incluso su propia leyenda urbana: se cuenta que las vallas publicitarias causaron varios accidentes al distraer a los hombres al volante. El anuncio ha estado expuesto en el museo Victoria & Albert de Londres. La popularización de los aumentos de pecho durante esta década hizo que las mujeres buscaran aumentar la talla de su sujetador, y Wonderbra se convirtió en la vía ideal para ello.
“Tengo un par de Wonderbras. Son tan increíbles, que juro que incluso yo tengo pecho con ellos”, dijo Kate Moss en 1994. Durante esta época, el encaje y los bordados vuelven al primer estante de las tiendas. Marcas como La Perla apuestan por la espectacularidad de la imagen femenina.
El sujetador 2.0
El nuevo milenio marca el inicio de la experimentación con materiales alternativos y el reconocimiento de la diversidad en las formas de la mujer. Aparecen innovaciones tecnológicas como el NuBra, un set de copas de silicona autoadhesiva que permite lucir vestidos con aberturas o espalda abierta, o los Bioform Bras, sin aros y muy resistentes al uso. En 2009 nace el Smart Memory Bra, un sujetador confeccionado con espuma que reacciona a los cambios de temperatura y que se adapta perfectamente al cuerpo de la mujer. Un año después se presenta La Decollette, un sostén antiarrugas para llevar por la noche. La concienciación respecto al cáncer de mama hace que las firmas lancen modelos de sostenes adaptados a las cirugías mamarias.
El tamaño del pecho continúa incrementándose. La media sube tres tallas de copa y una de banda, solo respecto a la cifra de 1996. Comienzan a diagnosticarse problemas de salud derivados de una mala elección de la talla del sujetador. Surgen iniciativas como Sayfit, un grupo especializado en corsetería. “Siete de cada diez mujeres no usan la talla y la copa adecuada, y la mitad de las consultas por dolores mamarios se evitarían usando la pieza adecuada”, cuenta vía telefónica Francesc Puertas, el impulsor de Sayfit.
#FreeTheNipple
Un grupo de artistas, inspiradas por la censura en la red social Instagram, inauguran el movimiento #FreeTheNipple en apoyo al desnudo femenino. Celebridades como Lindsay Lohan, Sienna Miller, Léa Seydoux, y sobre todo, Rihanna y Miley Cyrus, abogan por el destierro del sujetador presentándose en público con vestidos reveladores. Mientras, otras como Dita von Teese vuelven a la era pin-up y a la corsetería. En el centenario del sujetador, la tendencia es el no-sujetador.
Salut i evolució!
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