Cómo acabar con los autónomos de una vez por todas és un altra article que va en la mateixa línia que l’article publicat per Javier Marías anomenat LA ZONA FANTASMA. 12 de enero de 2014. La baraja rota.
En aquesta ocasió és Antonio Dyaz (@antoniodyaz) qui ens fa reflexionar sobre l’actual situació dels treballadors autònoms al nostre país degut als darrers increments dels impostos que hem de pagar. Llegiu amb calma i compartiu les vostres conclusions a veure si entre tots arribem a algun port que ens ajudi a tenir una vida més digne i un futur laboral més estable:
Hace unos meses publiqué en estas páginas No disparen al freelance. La cálida acogida de aquél artículo me sirvió para constatar que son muchos los lectores de Yorokobu que son autónomos, o freelances, que casi viene a ser lo mismo. Pero la cosa se ha puesto mucho peor desde entonces…
(Opinión)
Sucedió en el decreto del puente de Navidad, con nocturnidad y alevosía, de tapadillo, casi ha habido que buscar entre los repliegues más íntimos de los periódicos, para enterarnos de que la cuota mínima mensual para un autónomo societario sube de los ya abusivos 261 euros a los inaceptables 314. Son unos 630 euros al año más, ¡una subida del 20%!
Una noticia tan terrible, que afecta a casi un millón y medio de personas en España, debería haber abierto los telediarios. Pero apuesto a que muchos de ustedes ni se habían enterado, o lo harían cuando su gestor les notifique a final de mes la buena nueva.
Aunque la medida la anunció Fátima Báñez se cocinó en la Agencia Tributaria, uno de los entes más opacos, clientelares (caso Cemex) y despreciables de nuestro país (que ya es mucho decir). Recientemente admitieron que ni siquiera sabían cuántos inspectores trabajan allí. Del “Hacienda somos todos” al “La Infanta somos todos” solo hay un paso. Y ese paso somos nosotros.
¿Qué tenemos que hacer, registrar una petición en Change.org y confiar en la benevolencia de las autoridades ante una presumible avalancha de firmas? He vivido y trabajado en EE UU y en el Reino Unido; y en veinte minutos aprendí por qué esos países dan sopas con honda a esta España tan nuestra y querida, en cuanto al emprendimiento se refiere y a las facilidades para prosperar. Allí, si no facturas, no pagas impuestos y disfrutas de dilatadísimos períodos de carencia hasta que tu proyecto comienza a caminar. Un ejemplo: en Reino Unido, con una facturación por debajo de las 40.000 libras esterlinas al año, no estás ni siquiera obligado a tributar, el Estado prefiere apostar por ti para que ingreses mucho más y entonces devuelvas el favor al Tesoro.
Por si esto fuera poco, España ha congelado el salario mínimo interprofesional en seiscientos cuarenta y cinco euros (en Francia, sin ir más lejos, es de mil cuatrocientos treinta euros). Es decir, nos están pidiendo a los autónomos que entreguemos ¡más de la mitad del salario mínimo! a las arcas del Estado. ¿A cambio de qué? De nada. Porque por no tener, no tenemos ni siquiera derecho a paro. Y si nuestros ingresos mensuales no llegan a ser mileuristas ¿cómo entregar más de un tercio de nuestros magros pecunios? Están poniendo palos en las ruedas del carro. Si los autónomos societarios y los responsables de micropymes no podemos levantar el vuelo, ¿quién lo hará?
Cuando los compañeros sindicalistas del transporte público, la recogida de basuras o el alumbrado se declaran en huelga obtendrán una respuesta de las autoridades en cuestión de horas o días, pero si usted o yo decidimos ir a la huelga, es más, si todos los autónomos de España lo hiciéramos, no conseguiríamos más que dilatar las fechas de cobro por nuestros trabajos y servicios. Y ni nuestro banco ni nuestro casero ni la compañía de la luz lo entenderían. La huelga nunca ha sido una posibilidad para nosotros; si no trabajamos, no cobramos, y si no cobramos, no podemos pagar las facturas. Fin de la historia.
Nos han puesto de cara a la pared, frente a un pelotón de fusilamiento fiscal. ¿Qué pasaría si no pagáramos? ¿Qué pasaría si guardáramos nuestras cuotas en una hucha en vez de entregarlas a un Estado que nos ignora, nos desprecia y nos utiliza como carne de cañón, aprovechando que no estamos sindicados?
Pero hay algo que podemos fomentar y es la insumisión fiscal. Hay que potenciar la economía sumergida como forma de activismo y de supervivencia; una vuelta al intercambio de servicios, sin soporte documental. La factura es el yugo con el que nos tienen adocenados, la servidumbre del papel. Yo te hago un diseño gráfico y tú me programas una App, yo te hago una campaña de comunicación y tú me consigues el cátering. Yo te viralizo tu vídeo promocional y tú me consigues equipo técnico para rodar mi siguiente spot. Yo te la chupo a ti y tú a mí, sin IVA y sin factura.
Esta es mi propuesta: España en negro.
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ACLARACIÓN DEL AUTOR:
“Parece que surgen algunas dudas respecto a qué autónomos afecta la medida. En el artículo no digo que sea a todos, sino aproximadamente a un millón y medio de nosotros. La medida afecta a los autónomos societarios. Y a los que tengan contratados al menos a 10 trabajadores. Esto supone el 43% de todos los autónomos de nuestro país. De momento (y mucho cuidado, porque esto puede cambiar este ejercicio), no afecta a taxistas, abogados independientes o reparadores de calderas de gas también independientes, por poner tres ejemplos. Pero creo que el volumen de personas a las que nos toca la medida es suficientemente amplio como para suscitar este debate”.
Salut i respecte!
Via Yorokobu.
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