Por qué verla vestirse es mejor que verla desnudarse

Està clar que això és un article d’opinió i podeu estar d’acord o no, però el que m’agrada és la capacitat de donar-li la volta a un estereotip tan present a la nostra vida. No m’interessa saber que us agrada més, no m’interessa saber si aquest article us fa canviar d’opinió. El que m’interessa és que tingueu la informació i, a partir d’aquí, que feu el que us vingui de gust amb ella. M’agrada la gent que em fa veure les coses de manera diferent, a la inversa de com estic acostumat. Us deixo amb l’article de la Revista GQ.

Por qué verla vestirse es mejor que verla desnudarse. Una de esas paradojas que mejoran la vida.

Dada la secular tradición de dividir las cosas en dos españas hasta para decidirse por un Tigretón o una Pantera Rosa, no sorprende que una pregunta aparentemente simple como “¿qué es mejor, verla vestirse o verla desnudarse?” favorezca un inmediato guerracivilismo de barra entre capuletos textiles y montescos naturistas. Ver cómo se quita la ropa es un acto más salvaje, un retorno portátil a la naturaleza, pero en tu propio cuarto y con luz eléctrica.

El desnudarse es abrir un catálogo de promesas cumplidas o desmentidas, es un ir al grano de una vez y eso no está mal. Pero los partidarios de verlas vestirse son gente más sofisticada y soñadora, son un poco de los que prefieren la potencia al acto y lo abstracto sobre lo figurativo. Saben que la nostalgia de un perfume que se queda en la habitación, la de un taconeo alejándose y unos arañazos que se van borrando son más perdurables que la parte gimnástica en la que te sientes un poco un hombre orquesta. Prefieren la poesía a un chuletón y por eso son tan tiernos que se merecen que alguien se ponga de su parte. ¿Argumentos en su favor? Aquí van:

1. Es más largo. En la parte en la que se desnudan las cosas nunca son lo suficientemente rápidas. Un estriptis está bien, pero enseguida se te hace largo y se te convierte en prórroga y, si llegas muy apurado, en penaltis. En cambio el vestirse es un estriptis inverso y lento en el que recrearse. La piel va desapareciendo poco a poco. Quizá ella vaya y venga al baño o se maquille en el espejo de tu habitación a medio vestir. Es el momento de tener la mejor conversación de todas, una charla cómplice y sin prisas en la que todo lo que se dice está bien.

2. Crea recuerdos. A medida que la ropa la va cubriendo, tu mente empieza a fabricar una nostalgia anticipada y lo que queda de su desnudez es el recuerdo. El recuerdo es la manera más práctica y modelable de mirar a las cosas. Los recuerdos están cargados de Photoshop y son lo que tú quieras que sean. Quédate con los buenos, primero los fabricas y luego les das cuerda ya cuando quieras.

3. Propicia el vouyerismo. Cuando se quita la ropa hay que tener mucha sangre fría para no echar una mano. Y si no te deja, sabes que va a llegar tu momento en breve, que esa cuenta atrás es para ti. En cambio, al vestirse se pasa del plano subjetivo al objetivo. Tumbado en la cama, disfrutas de un baile privado sin baile, casi involuntario y casi inadvertido. Es como poder echar un vistazo en su habitación cuando no te ve. Para bien o para mal, eso es un montón de información.

4. Ayuda con la idealización. Si te quieres enamorar, éste es el momento. Vestirse es la cámara lenta del amor. Es difícil que vaya a estar más guapa que cuando se estira para encontrar sus cosas en esos sitios donde nadie las ha puesto.

5. El retorno del pudor. Después de todo lo que ha pasado, ella va y se tapa un poco, se viste de espaldas y se muerde el labio, el paso previo a sonrojarse. Probablemente sólo quiere que te fijes lo menos posible en lo despeinada que está o en las partes que menos le gustan de su cuerpo, pero en realidad lo está convirtiendo todo en más pecado y sabe mejor. Y eso viene pasando desde Eva y la hoja de parra.

6. Los segundos de los zapatos. Lo que tarda en encajarse los zapatos y en que los tacones vuelvan a convertirse en la prolongación de sus tobillos es el minuto de oro del día siguiente. No hay un gesto más sexy que pueda hacer una chica si excluimos cuando te mira a los ojos con la boca ocupada.

7. Va a quedarse en ropa interior. 
Para vestirse hay que pasar irremediablemente por ponerse la ropa interior. Y en ropa interior nos gustan siempre, porque lo mejora todo. Hay ropa tan específicamente pensada para ese momento como un sujetador de Lily Blossom.

8. El morbo de que te quedas. Ella está vestida y tú no. Ha terminado contigo, un piquito y una sonrisa y se va a las otras cosas de su vida. Te sientes un ratito hombre objeto.

9. El beso de despedida. Es el beso más dulce de todos y es el último., el que se va a quedar en tu boca hasta la próxima.

BOLA EXTRA: Para los indecisos hay un camino: desnúdala justo en el momento en que ha terminado de vestirse.

Salut i opcions!

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Via | Revista GQ.

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